Miembro de REMES

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Autor, miembro de Red Internacional de Escritores

lunes, 21 de noviembre de 2011

"INDIGNAOS" Autor: STÉPHANE HESSEL

                                                    










   La indignación a precio de saldo.




Llamar a Hessel intelectual es una deferencia demasiado generosa con quien ha escrito un mediocre panfleto abogando por una revolución de ideas sin argumentos ni coherencia. El libro es una llamada a sordos para que armen mucho ruido; un fenómeno de distracción para hilar indignaciones con sesgo totalitario que nada libertario. Hessel es un farsante pero muy provisto de esa listeza que tanto llama la atención a los incautos que le siguen el juego revolucionario.


Queda la evidencia nada literaria de un propósito demagógico que , con la excusa de la justicia paritaria, ha revertido pingües beneficios a los ideólogos de pacotilla que representa Hessel a la cabeza de un estólido discurso populista de manipulación.

Los tiempos actuales en que desembocan los sistemas instaurados de orden, son el resultado de una evolución de siglos que ha constituido el armazón social y cada vez más multitudinario desde el que edificar las civilizaciones. El tiempo ha demostrado la ineficacia de las utopías ante el pragmatismo de la construcción que deriva del conocimiento aprehendido por la experiencia histórica.
El sistema es una resultante de una progresión que se ha alcanzado después, incluso, de guerras mundiales. Son directrices que facilitan la convivencia de un complejo entramado de disparidad social y política.

Nadie dijo que el sistema fuese perfecto pero establece un orden real por el cual regirse de manera universal, sea cual sea la civilización que lo aplica. Es del todo demagógico, si no ingenuo y paralizante, esgrimir argumentos radicales que pretendan arrancar el enraizado conjunto de aplicaciones devenidas de siglos de Historia experimentada.

 El romanticismo de la protesta es mayor que la funcionalidad de lo ideado; no es válida la intención si sólo queda en el gesto. La petición de medidas no puede basarse en una arenga sin significado. Los argumentos de Hessel no son consistentes y demuestran un desconocimiento supino de unas reglas multidisciplinares imprescindibles para el rasgo evolutivo de cada país confrontando con sus problemas- en realidad inherentes a la propia realidad de ese sistema que, no siendo perfecto, es una directriz conocida- que pueden resolverse en mayor o menor medida.

En España ha ganado un sistema democrático donde la protesta contra el mismo es una minoría no representativa. Hay modos de construir si no se pierden las fuerzas en estimar inocuas las medidas que pueden abordar conflictos y mejorar la vida de los ciudadanos. La libre competencia ha de ser una realidad del sistema por el que todos nos regimos. La oportunidad es la misma que el deber de aceptar las reglas, de lo contrario ir a contracorriente no es una muestra de rebeldía sino de un despotismo que puede reemplazar una mayoría absoluta que decide trabajar por mejorar las circunstancias colectivas y personales.

El mayor ejemplo de ese revolucionario llamamiento desinflado está en España. Todo progreso conlleva sacrificio pero es un sacrificio real y surte efecto cuando argumenta con justicia una carencia del sistema. En este caso existe una coyuntura delicada pero se cuestiona el pragmatismo de un resultado histórico de construcción civilizada. No es un aspecto el que se cuestiona sino una base de orden civilizado. No es práctico ni aporta nada esa protesta en la que estamos de acuerdo pero no en que sea un paradigma para contraponer a lo establecido. Es una protesta vacía de contenido y los ideólogos del 15M han quedado en evidencia cuando se han manifestado. La ignorancia es tan osada como esperpéntica; por eso ha perdido adeptos por el camino esa revolucionaria y romántica confrontación contra el sistema. Generalizaciones nada inteligentes ni veraces.

Cuestión, el fracaso, que importará un bledo a un nonagenario que hizo su agosto vendiendo un manual de escasa inteligencia, aprovechando la escasa formación intelectual de los potenciales lectores que adquirieron un ejemplar. Patéticamente rentable.

El prólogo de Sampedro es el truco efectista para que el negocio indignante, que no indignado, saliera redondo. Siempre habrá cabezas cuadradas para aleccionarles vaciando sus bolsillos. De pura indignación la cara dura de este negocio temporal que pretende levantar barricadas mientras otros disfrutan de la tumbona al sol que más calienta... el del populismo izquierdista que siempre encuentra incautos de los que nutrirse.

Ignacio Fernández Candela

viernes, 18 de noviembre de 2011

"UNA VIDA Y UN AMOR " Autor: CARLOS KOKORO

                                                         



     Amor: La expansión de la espléndida sencillez

Ante la premisa literaria de la economía de las palabras en la poesía, Kokoro intensifica el concepto estilístico hasta la sencilla y sublime acentuación de lo apasionado, como cómplice fuerza  que comulga plenamente con el sentimiento lector.
   Es así que de la versatilidad en lo disconforme- el autor es un gran romántico y afecto a la rebeldía contra un mundo programático y frívolo- se halla la unificación de una sensibilidad- con tintes estilísticos de exclusividad- que sume al testigo de tan sentidas letras en una misma línea de encuentro emocional con el autor. Es fácil reconocerse en el alma de este sentir poético que Kokoro sabe tan excelentemente vislumbrar, para compartir con la colectiva memoria de las sensibilidades que nos influyen en ocasiones por la consciencia personalista de las experiencias del corazón. Ciertamente, una influencia así debería darse más a menudo... este escritor nos la despierta.

En las letras  de Una vida y un amor está implícito el recuerdo de un sentir que todos en mayor o menor medida hemos experimentado y que Kokoro registra con valentía, en la dignidad confesa de lo genuino y sin sucedáneos o subterfugios que descompongan la fina desnudez de lo romántico.

Kokoro es un reflotador de la esencia en que naufragan los anhelos perdidos que en estas páginas son deseos encontrados… y con ellos la oportunidad que se nos brinda de rememorarlos. La expansión de la sencillez se hace sublime como lo es la esencia del ingenio sensible.
 Los poemas trascienden más allá de la forma con una dinámica de fondo en el que se expresa una miscelánea de sensaciones que dan elegante identidad a una bohemia personalísima, donde el amor es la consecuencia de muchas de las inspiraciones que se explayan con virtuosa sencillez por las páginas plenas de un don intelectual muy sentido.
 La dicotomía emoción-intelecto, es un condicionante florido que va transcurriendo en la liberación de lo expresado, con la facilidad que supone verse al lector en comunión con el carisma desplegado en la elección de los conceptos que no son ajenos al sentir de quien lo lee. Todo ello salpicado de elegante emotividad, de un sentir espontáneamente dulcificado en que el dolor se comunica con la ternura de lo rebelde, con maestría que embauca al receptor de estas intimistas confesiones que son las confidencias puras del alma que han dado significado lustroso a la definición universal del poeta.

Por todo ello, cuando termina de leerse Una vida y un amor, acomete un deseo sutil de visceralidad poética para sumergirse de nuevo en el devenir de la oda¡ y qué mejor modo de vivir la inmersión inspirada que leyendo de nuevo, con todo detenimiento en el grato empeño, la odisea versada de una poesía intemporal en este siglo XXI! Odisea como es la sugerencia eterna de la emotividad que el autor nos desgrana con acierto de espíritu y un sentimiento con capacidad de velar los propios nuestros, abarcando las vicisitudes del amor en esa remembranza de lo experimentado y que se nos graba en el alma. Kokoro los graba así de hermosamente en el corazón.

http://kokoroalmapoesia.blogspot.com/2011/02/una-vida-y-un-amor.html

Ignacio Fernández Candela